domingo, 16 de septiembre de 2012

Travesía Basconcillos - Hoya de los Caracoles


Participantes: Carlos Aranda, Pilar, Carlos Heras y el que escribe, Rubén


Después de bajar a las profundidades de la Torca de la Grajera durante el día del sábado, decidimos aprovechar la estancia en Espinosa de los Monteros para realizar la mañana del domingo una actividad menos matadora que la del día anterior, en este caso la travesía Basconcillos-Hoya de los Caracoles. La encargada del albergue nos comentó al irnos que ella había hecho la travesía en su despedida de soltera, ¿nos encontraríamos un grupo de mujeres allí? quien sabe…
El primer coche lo dejamos cerca de la salida de la Hoya de los Caracoles. Impresiona ver desde la carretera el gran puente de roca cercano a la boca, cómo la erosión y el paso de los años pueden hacer tales cosas. El segundo coche lo dejamos próximo a la boca de Basconcillos y caminamos hasta la entrada.


La travesía no entraña gran dificultad técnica. Un pequeño despiste al leer la descripción nos desvió del recorrido durante unos minutos. Pero nos dimos cuenta rápidamente al no toparnos con la primera gran sala que aparecía en la topografía.





El rio apenas llevaba agua, en comparación con fotografías vistas anteriormente en algunos foros, por lo que apenas nos mojamos. Es más, alguno ni se mojo las botas, estas espeleo-cabras … 

Menos mal que no hicimos caso a algunas descripciones de la travesía y escuchamos la indicaciones del “Dire” que nos avisó previamente que dejáramos los neoprenos en casa porque no nos iban a hacer falta.

 
Tras pasar la “Galería Mundilla” (la playa de la Sala de Basconcillos), cogimos la galería del “Cañón” pero no del Colorado, ese es otro…jeje. Imaginábamos que habría algo de agua pero sólo nos mojamos hasta las rodillas (excepto alguno que iba por las alturas y ni la cató).

Para acceder a “La Galería de las Dunas” fuimos por la parte superior de la “Sala de las Ánimas”. El conducto que accede a ella no se ve desde abajo, pero esta señalizado con un catadióptrico. Como no, tocó reptar como serpientes ¿cómo no íbamos a arrastrarnos en esta travesía? ¡pues a luchar con los tubos freáticos! Ahí sí que dimos gracias por no llevarnos el neopreno…





Llegamos al sifón terminal donde pudimos apreciar las líneas de espeleobuceo tiradas y ancladas por el suelo. Tiene que ser bonito el bucear ese sifón, pero eso se lo dejamos a otros…con lo bien que se va andando y sin mojarte.




Ya llegamos a la salida, sin rastro de mujeres ni de despedidas de soltera, como de costumbre sólo hemos vistos nuestras caras.







sábado, 15 de septiembre de 2012

Torca de la Grajera


Participantes Carlos Aranda, Carlos Heras, Pilar y el que escribe (Rubén)


Debido a la gran cantidad de material necesario para esta sima y por los diferentes horarios de salida del curro, decidimos llevar dos coches.

Aranda y yo salimos un poco antes desde Guadalajara ya que debíamos recoger las llaves del albergue antes de las 8. Íbamos un poco pegados de tiempo según “el Tonto” (Tom-Tom, jeje),  pero llegaríamos a la hora apalabrada. Ya de camino nos llamó el albergue para asegurarse de que no nos retrasábamos. Y cuál fue nuestra sorpresa al comprobar a la llegada que sólo estábamos alojados nosotros y otro matrimonio. Tras hablar con la responsable del albergue llegamos a la conclusión de que eran las fiestas de Espinosa de los Monteros, por lo decidimos esperar allí a Carlos y Pilar, donde mejor si no. Después de tomar una ronda en cada bar y al ver que tardaban en llegar nos fuimos a esperarles al albergue.
El horario de desayuno del sábado impidió que madrugáramos mucho. Por lo que sobre las 9:30, una vez desayunados,  partimos hacia la Torca de la Grajera…el camino ya era conocido por nosotros así que sabíamos lo que nos esperaba.
Una vez aparcado el coche en el camino que lleva al Castro-Valnera, comenzamos a repartir el material en mochilas y sacas. Como de costumbre vamos cargados como mulas, pero el  pensar que sólo quedan dos horas de aproximación para llegar al agujerón te dan ánimos para cargar con eso y con lo que te pongan. 



A mitad de camino hacia la torca, Aranda exclamó:  “¡Ay va, el reloj!” se había dejado el reloj en el capot del coche que estaba aparcado detrás del nuestro, “bueno…era del decathlon”. Aún así durante la subida fue comentando a la gente que bajaba que si lo veían lo guardaran en el guardabarros de nuestro coche, ¿tendrían compañerismo y lo guardarían?


 
Tras dos horas de intensa subida, nos plantamos delante del agujero. 
 



 

 Carlos empieza a instalar, esta vez llevamos los walkies de Pilar que nos servirán para cantar los libres e incluso contar algún que otro chiste que se nos haga más amena la espera en la repisa o en el fondo del pozo. 


 

Esta primera parte del pozo hasta la repisa es muy inestable, así que para evitar accidentes por caídas de piedra vamos bajando de uno en uno.





 
Una vez reunidos todos en la repisa, Carlos continúa con la segunda fase de instalación.
Esta segunda parte del pozo es impresionante. Las paredes se hacen lisas y perfectas durante los 130 metros aproximados que hay hasta la base de la torca. Mientras bajas, poco a poco se va vislumbrando el bloque de hielo de unos 9 metros que cubre toda la base.


 

Por fin tocamos suelo, y nos volvemos locos haciendo fotos. Es impresionante mirar hacia arriba y ver los dos halos de luz entrando por los agujeros de la torca.

 

 
Tras hacernos las fotos pertinentes...

 

comenzamos el duro ascenso, nos quedan aproximadamente 185 metros de subida… ¡¡y sin ascensor!! mejor no pensarlo... Comienza desinstalando Aranda hasta la repisa donde le doy el relevo hasta arriba.


Una vez fuera, después de cambiarnos de ropa, comenzamos el descenso a los coches. Otra cueva que terminamos volviendo a los coches al anochecer. De camino Aranda recuerda su reloj… ¿habrán sido decentes y nos habrán guardado el reloj, o se lo habrán llevado?, sinceramente si se lo llevan se va a acordar de mí, ya que mañana les sonará la alarma a las 8 de la mañana ¡¡ Jajajaja !!

En hora y poco ya estábamos en los coches, muertos de hambre porque no habíamos comido. Picamos un poco, lo suficiente para quitar un poco el gusanillo y continuar con el tapeo en Espinosa de los Monteros. Eso sí, no pudimos liarnos mucho porque estábamos ansiando la ducha y el día siguiente teníamos programada la travesía de Basconcillos.


Ah, por cierto, no fueron decentes, jejeje, se llevaron el reloj!!!