sábado, 15 de septiembre de 2012

Torca de la Grajera


Participantes Carlos Aranda, Carlos Heras, Pilar y el que escribe (Rubén)


Debido a la gran cantidad de material necesario para esta sima y por los diferentes horarios de salida del curro, decidimos llevar dos coches.

Aranda y yo salimos un poco antes desde Guadalajara ya que debíamos recoger las llaves del albergue antes de las 8. Íbamos un poco pegados de tiempo según “el Tonto” (Tom-Tom, jeje),  pero llegaríamos a la hora apalabrada. Ya de camino nos llamó el albergue para asegurarse de que no nos retrasábamos. Y cuál fue nuestra sorpresa al comprobar a la llegada que sólo estábamos alojados nosotros y otro matrimonio. Tras hablar con la responsable del albergue llegamos a la conclusión de que eran las fiestas de Espinosa de los Monteros, por lo decidimos esperar allí a Carlos y Pilar, donde mejor si no. Después de tomar una ronda en cada bar y al ver que tardaban en llegar nos fuimos a esperarles al albergue.
El horario de desayuno del sábado impidió que madrugáramos mucho. Por lo que sobre las 9:30, una vez desayunados,  partimos hacia la Torca de la Grajera…el camino ya era conocido por nosotros así que sabíamos lo que nos esperaba.
Una vez aparcado el coche en el camino que lleva al Castro-Valnera, comenzamos a repartir el material en mochilas y sacas. Como de costumbre vamos cargados como mulas, pero el  pensar que sólo quedan dos horas de aproximación para llegar al agujerón te dan ánimos para cargar con eso y con lo que te pongan. 



A mitad de camino hacia la torca, Aranda exclamó:  “¡Ay va, el reloj!” se había dejado el reloj en el capot del coche que estaba aparcado detrás del nuestro, “bueno…era del decathlon”. Aún así durante la subida fue comentando a la gente que bajaba que si lo veían lo guardaran en el guardabarros de nuestro coche, ¿tendrían compañerismo y lo guardarían?


 
Tras dos horas de intensa subida, nos plantamos delante del agujero. 
 



 

 Carlos empieza a instalar, esta vez llevamos los walkies de Pilar que nos servirán para cantar los libres e incluso contar algún que otro chiste que se nos haga más amena la espera en la repisa o en el fondo del pozo. 


 

Esta primera parte del pozo hasta la repisa es muy inestable, así que para evitar accidentes por caídas de piedra vamos bajando de uno en uno.





 
Una vez reunidos todos en la repisa, Carlos continúa con la segunda fase de instalación.
Esta segunda parte del pozo es impresionante. Las paredes se hacen lisas y perfectas durante los 130 metros aproximados que hay hasta la base de la torca. Mientras bajas, poco a poco se va vislumbrando el bloque de hielo de unos 9 metros que cubre toda la base.


 

Por fin tocamos suelo, y nos volvemos locos haciendo fotos. Es impresionante mirar hacia arriba y ver los dos halos de luz entrando por los agujeros de la torca.

 

 
Tras hacernos las fotos pertinentes...

 

comenzamos el duro ascenso, nos quedan aproximadamente 185 metros de subida… ¡¡y sin ascensor!! mejor no pensarlo... Comienza desinstalando Aranda hasta la repisa donde le doy el relevo hasta arriba.


Una vez fuera, después de cambiarnos de ropa, comenzamos el descenso a los coches. Otra cueva que terminamos volviendo a los coches al anochecer. De camino Aranda recuerda su reloj… ¿habrán sido decentes y nos habrán guardado el reloj, o se lo habrán llevado?, sinceramente si se lo llevan se va a acordar de mí, ya que mañana les sonará la alarma a las 8 de la mañana ¡¡ Jajajaja !!

En hora y poco ya estábamos en los coches, muertos de hambre porque no habíamos comido. Picamos un poco, lo suficiente para quitar un poco el gusanillo y continuar con el tapeo en Espinosa de los Monteros. Eso sí, no pudimos liarnos mucho porque estábamos ansiando la ducha y el día siguiente teníamos programada la travesía de Basconcillos.


Ah, por cierto, no fueron decentes, jejeje, se llevaron el reloj!!!