sábado, 25 de mayo de 2013

II Curso de Iniciación a la Espeleología


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Cursillistas: Vannesa González, Jorge y Mónica


Una vez completado con éxito nuestro primer curso de iniciación a la espeleología, nos aventuramos a dar comienzo al segundo curso de iniciación, nuevos cursillistas y más experiencia formativa, la cosa pintaba bien.

Repetimos con un primer fin de semana en Viana de Jadraque para dar la teoría y las prácticas en las paredes del Barrancazo. El viernes los monitores dejaron todas las paredes instaladas para no perder tiempo al día siguiente y aprovechar al máximo las horas de curso. El sábado llegaron los cursillistas. Rápidamente se repartió el material individual de cada uno y se les explicó su funcionamiento. 





Y cuando se quisieron dan cuenta ya estaban todos colgados de las cuerdas con su monitor al lado.







El día se pasó rápido, fraccionamientos, péndulos, pasamanos, volados...tuvieron la culpa.






Cuando el cuerpo dijo basta empezamos con las clases teóricas: presentaciones, fotos y videos. E incluso cayó alguna que otra cervecita para amenizar el momento.

Al día siguiente, otra vez al lío. Y para finalizar el fin de semana, una demostración de autosocorro y a desmontar todo el tinglado.

El siguiente fin de semana los cursillistas pusieron en práctica todo lo aprendido a la luz del día pero esta vez bajo tierra. En esta ocasión sólo Vannesa y Jorge acudieron al curso, puesto que Mónica tuvo problemillas ese fin de semana para poder asistir.

Empezamos el sábado con Z6,





y finalizamos con Juana Herraz I y su bonita sala que siempre da mucho juego para hacer fotos.







Día duro para los cursillistas que no estaban acostumbrados a moverse en las profundidades y más si se añaden los nervios iniciales que produce lo desconocido. Pasamos la noche en el refugio de la Zapatilla con la esperanza de poder seguir haciendo cuevas con los cursillistas al día siguiente, ¿se atreverían a más?...


El domingo nos acercamos al Sumidero de Pozuelo preparados para instalar la Sima pero los cursillistas decidieron hacer más caso a sus agujetas que a las ganas de hacer cueva, así que prefirieron quedarse fuera mientras los monitores saciaron su sed de espeleología disfrutando de esta impresionante cavidad.