jueves, 14 de agosto de 2014

Travesía T1 - Santa Elena

Participantes: Carlos Heras, Carlos Aranda, Rubén, Javi, Gabri y la que escribe, Pilar


Nos despertamos con buen tiempo, cosa de agradecer después de las tormentas de los días anteriores. Tras desayunar y preparar todo el material, nos dirijimos al camping de Bujaruelo donde dejamos los coches. Como habíamos aprovechado el mal tiempo del día anterior para ir a buscar la boca de la T1 y llevar el líquido que necesitaríamos durante la travesía, todos conocíamos la aproximación que teníamos por delante, mucho desnivel en pocos kilómetros, así que no quedaba otra que echarle paciencia y ganas.

Comenzamos a caminar cargados como mulas pues, además de ser necesario el neopreno, habíamos leído que la travesía era muy fría, así que llevábamos bastante ropa de abrigo. Divisamos la piedra con las indicaciones hacia el sistema Arañonera en el margen del camino y sin dudarlo comenzamos a ascender por el bosque. Inicialmente, el camino tiene mucha pendiente y está algo embarrado, pero se hace ameno con las sombras de los árboles. Avanzamos poco a poco hasta salir a las praderas donde un camino bien marcado con puntos rojos te van guiando hacia el acceso. 


Tras superar una última pendiente de hierba de gran desnivel divisamos la boca de la T1, hora y media después de haber abandonado los coches. El paisaje que se divisa desde allí es espectacular.


La T1 tiene dos entradas, aunque sólo una de ellas esta equipada con un pasamanos de acero. Después de haber descansado un poco y retomar el aliento, nos equipamos totalmente e iniciamos la aventura. 


Carlos accede primero al pozo dejando instalada la vertical. 


Desde la boca de entrada impresiona ver tanta cantidad de nieve en el interior del primer pozo de 10 metros. 


El final de este pozo acaba en una rampa de piedras sueltas, así que en un principio decidimos bajar todos y esperar en la base del pozo para evitar la caída de piedras en el segundo pozo. Sin embargo, el gélido frío que se siente nada más descender debido a la unión de las corrientes de aire con los neveros del interior nos hizo cambiar de opinión y fuimos alternando las bajadas del primer y segundo pozo de manera que sólo una persona estuviera colgada de la cuerda en todo momento. 

La recuperación de la cuerda del primer pozo fue algo complicada, pero gracias a la experimentada retaguardia, conseguimos salvar la cuerda sin problemas. 

El segundo pozo de 15 metros tiene un gran nevero en su base que atrapa la cuerda instalada en fijo y la deja tensa como la cuerda de una guitarra. 


A continuación nos encontramos con el pozo de 35 metros que se encuentra fraccionado y en el que alguna cabecera nos la encontramos increíblemente tapada por la nieve a pesar de estar ya a bastante profundidad. Por fin en este punto dejamos de sentir la corriente de aire que nos dejaba helados, sintiendo sólo el frío de la cueva. 
Este pozo finaliza en una gran rampa de piedras bastante peligrosa, así que bajamos todos antes de continuar. El siguiente pozo de 30 metros te sitúa de La Bifurcación. 


Una vez en ella seguimos bajando pozos, teniendo mucho cuidado con la caída de piedras hasta que después de pasar un meandro, un pasamanos ascendente y descender varios pozos, llegamos al pozo de 90 que está instalado con un rápel guiado que te sitúa en una repisa a mitad de pozo. 


La segunda parte del pozo te sitúa por fin en el río. Debido a la caída de piedras y a ser un grupo numeroso, tardamos bastante en realizar la vertical, unas 7 horas.

Conforme nos fuimos posando en la base del pozo de 90, nos fuimos poniendo el neopreno y una vez preparados todos continuamos el camino por las galerías de la cueva Santa Elena. 


En este tramo se alternan las zonas inundadas con los caos de bloques y en el camino aparece más de un resalte. 



Poco más adelante nos encontramos con la Via Mojada, donde el agua nos alcanza el pecho en varios puntos y donde nos encontramos varios pasamanos que no utilizamos pues para eso íbamos equipados con el neopreno. Algunos de ellos con cables de acero para los pies. Y por fin, el pozo de 20 metros que nos saca del río y nos conduce a una galería fósil. 


Sólo una gatera y las estrecheces de salida nos separaban de la calle. Y casi sin darnos cuenta, nos encontramos en la boca de la cueva Santa Elena 11 horas después de haber entrado por la boca de la T1. 


Sin duda una gran travesía de enormes dimensiones digna de ser repetida. Eso si, seguramente muchos de los presentes tratarían de llevar más ropa abrigo la siguiente vez.