martes, 29 de diciembre de 2015

Sistema Caracol

Participantes: Carlos Heras y la que escribe, Pilar Carrasco


Habíamos reservado la guinda del pastel para el último día de espeleo en Cantabria. Aunque el sistema se encuentra prácticamente en la frontera con Asturias, no nos importaba conducir durante una hora, pues por las fotografías que habíamos podido ver, la cueva prometía.

Como siempre, madrugamos, y llegamos a Peñarrubia a eso de las 10 de la mañana. Ya habíamos estado allí durante el verano buscando la boca del Pozo del Infierno, así que conocíamos bien el camino de acceso desde el Refugio de Pescadores. Nuestro único miedo era que la vegetación hubiera crecido tanto que la subida fuera una auténtica lucha entre helechos y zarzas. Por suerte, aunque todo se encontraba totalmente empapado, seguía en el mismo estado. 

Nos cambiamos y comenzamos a subir la empinada ladera, ayudándonos con las manos casi en todo momento y es que a tramos no solo es empinada sino también tremendamente resbaladiza. Como pudimos, llegamos al alto donde solo nos quedaba llanear hasta llegar a la boca, un hundimiento de la parte superior de la sala reconocible ahora por el enorme árbol caído que se encuentra a su lado.


Sin más demora, entramos en el Pozo del Infierno, 


y empezamos a instalar la rampa inicial hacia la sala del Vivac. Llama la atención la cantidad de formaciones de grandes dimensiones que nos encontramos a nuestro paso.


Seguimos avanzando por la Galería de la Virgen, superando pequeñas rampas y resaltes que vamos instalando con cuerda, hasta llegar a la Sala de la Hacinas. 


Esta impresionante y concrecionada sala se encuentra invadida por enormes estalagmitas de gran tamaño. 


Mires por donde mires, se observan grandes coladas, se llega a tener la sensación de estar metido en el interior de una gran formación.



Continuamos el camino hacia el Sifón del viento, una rampa resbaladiza y con agua que nos recuerda la Galería del Carpín de la Travesía del Acebo. 

Una vez superada, después de avanzar por más galerías con espléndidas coladas, 


damos con el río.


En este punto comenzamos a subir las cuerdas fijas que nos llevan a las galerías superiores y que dan acceso a la Sala Topos y la Sala del Lago. Pero a mitad de ascenso decidimos darnos la vuelta, las cuerdas no nos ofrecían mucha confianza y nos conformábamos con todo lo visto hasta el momento.

En el camino de vuelta tomamos la vía de la Galería del Caracol...


... y antes de salir, fuimos a visitar la Galería de las Pozas. Una empinada rampa repleta de gours en cuya parte superior se encuentra la unión con la cueva de les Carmes, que no conseguimos localizar.

Nos desviamos a la derecha en la Galería de las Pozas hacia la Sala del Barro, para poder disfrutar de hermosos gours con pequeñas formaciones en su interior. 


Tres horas habían pasado desde que bajamos la rampa de acceso, era el momento muy recomendable de visitar.

lunes, 28 de diciembre de 2015

Travesía Torca de Los Cañaos - Riocueva

Participantes: Carlos Heras y la que escribe, Pilar Carrasco



Aún teniendo algo más de 5 km de desarrollo, este pequeño sistema no recibe muchas visitas al año, salvo las de los espeleólogos ingleses que todavía la exploran. Madrugamos bastante pues teníamos que desplazarnos hasta la localidad de Villaverde de Pontones y allí buscar la boca de la Torca de los Cañaos de la que sólo disponíamos de un par de coordenadas GPS que además no coincidían entre sí. No era tarea fácil...

Pusimos las coordenadas en el GPS y dejamos el coche en el punto más cercano a las mismas. La posición la marcaba en el centro de una gran cantidad de cañas, era prácticamente imposible que la boca estuviera allí. Preguntamos a un ganadero de la zona que amablemente nos indicó donde encontrar la cueva, pero sus indicaciones nos llevaron a la boca de Riocueva.

Con pocas alternativas ya, cambiamos las coordenadas GPS y retrocedimos sobre nuestros pasos. Esta vez el GPS nos llevó a una pequeña depresión rodeada de altos árboles donde, ahora sí, se encontraba la Torca de los Cañaos. 


No perdimos más tiempo, nos vestimos y comenzamos a descender la Torca. Ese día Cantabria se encontraba en alerta por fuertes vientos, las rachas eran tan fuertes que zarandeaban los árboles produciendo un sonido estremecedor. Dentro de la cueva volvió la paz.

Nuestro primer objetivo fue visitar la Galería del Yeso, repleta de grandes cristales de yeso por doquier. 


En su principio algo sucios, pero con pequeñas zonas todavía intactas que conservan su gran belleza. 


Esta galería es larga y cómoda,


, y en ella se pueden ver otras formaciones que nos llaman la atención. 





En un punto, la galería comienza a estrecharse, hasta hacerse prácticamente impenetrable. Es aquí donde nos dimos la vuelta en dirección a la Torca pero esta vez pasando por el Paso del Diablo, un gran desfondamiento que atravesamos mediante un pasamanos, 


y la Galería Maybe.

Una vez en la Torca, pusimos rumbo a Riocueva. Una pequeña confusión nos lleva al río, bien llamado el Río de los Huesos, pues podemos contar por centenares los huesos de caballos y vacas que están en el cauce. 


Encontrado el camino correcto, avanzamos por cómodas galerías dejando atrás el Paso de la muerte y la Galería del Tembleque, en la que el sonido de cada pisada retumba a lo largo de toda la galería. 


Un paso bastante estrecho aumenta el interés de nuestro avance. 


A partir de aquí empezamos a encontrar excavaciones delimitadas por cuerdas. Avanzamos un poco más, con cuidado de no pisar en las zonas de tierra acordonadas, hasta que visualizamos la luz de la calle.


Retomamos el camino de vuelta para salir por la torca desmontando las cuerdas instaladas. Bonito sistema, poco transitado ya, pero supongo que muy visitado anteriormente por la cantidad de pintadas en las paredes cerca de la zona de Riocueva. Una lástima que no se sepa apreciar la belleza natural de las cuevas y se tenga la necesidad vital de plasmar los nombres de los visitantes ennegreciendo las paredes.


domingo, 27 de diciembre de 2015

Cueva de Fresnedo II

Participantes: Carlos Heras y la que escribe, Pilar Carrasco


Después de la grata visita del día anterior a la cueva del Rebollar, decidimos poner rumbo a Cantabria para continuar por allí nuestras aventuras. Hacía mucho tiempo que por nuestras cabezas se paseaba la idea de visitar la cueva de Fresnedo II habíamos visto que tenía 7 km y medio de recorrido y sin embargo apenas se tenía información fotográfica de la misma. Disponíamos de una buena topografía y una pequeña descripción en inglés de la situación de la boca. Así que pusimos las coordenadas de acceso en el GPS y manos a la obra. Una pista al lado de la carretera nos situaba a 100 metros de la cueva, la cual es inconfundible al encontrarse justo enfrente de la boca de Fresnedo I y en la misma línea que un pequeño arroyo.

El agujero de entrada parece más una madriguera que una boca de una cueva, pero quién dijo miedo... 


La entrada te sitúa en un laminador de unos cuantos metros a partir de los cuales ya puedes ponerte de pie. 


A partir de aquí aparece un entramado de galerías donde debemos cruzar un paso algo estrecho para continuar hacia la zona donde la cueva alcanza su máximo desarrollo. 


La cercanía al exterior hace que nos encontremos con muchas raíces colgantes.


Avanzamos por las galerías donde el principal protagonista es el barro; suelo, paredes, techo..., todo está recubierto de barro, en algunas zonas más duro que en otras. 


Avanzamos por las homogéneas galerías hasta que el avance se volvió estrecho y farragoso. Fue aquí donde decidimos dar por finalizada nuestra exploración en esta cueva, con la idea en la cabeza de que los espeleólogos ingleses estaban hechos de otra pasta...o eso o tenían auténtica pasión por el barro :)


sábado, 26 de diciembre de 2015

Cueva del Rebollar II

Participantes: Carlos Heras y la que escribe, Pilar


Poca era la información que habíamos encontrado de esta cueva, tan sólo una antigua topografía, ahora incompleta, y el mapa satélite con el desarrollo de la cueva dibujado con finas líneas en rojo...suficiente para visitarla y así comenzar las vacaciones de navidad haciendo lo que más nos gusta.
No conocíamos donde estaba situada la boca de entrada, así que dimos un par de vueltas por la zona con el GPS en mano, para encontrar el lugar más cercano donde poder dejar el coche. Una vez aparcado, avanzamos entre pequeñas colinas para, en poco más de media hora, llegar al riachuelo junto al cual se encuentra el Rebollar 2, protegida con dos muretes de piedra.
Un primer vistazo a la entrada nos revela, no sólo que hay que arrastrarse sino que encima hay que mojarse un poco. Sin pena no hay gloria, así que tras unos minutos de indecisión tiramos para dentro.
Unos pocos metros de laminador con pequeños charcos de agua y algo de barro, nos conducen a lo que es la tónica general de esta cueva, grandes y cómodas galerías de suelos empedrados.


Avanzamos rápidamente, encontrándonos un único resalte con cuerda, quitamiedos de un pequeño desfonde. Durante el camino nos encontramos bonitas formaciones, todavía intactas. 


Las estalagmitas y estalactitas anaranjadas aparecen por doquier. 



Hay que destacar la gran labor de desobstrucción que se ha llevado a cabo en esta cueva, dejando aquellos lugares desobstruidos prácticamente alicatados.

Seguimos avanzando más allá de lo que llevábamos topografiado, pero es que las grandes galerías no dejaban de aparecer. 


Algún despiste nos lleva directos a espectaculares rincones dignos de ser fotografiados y donde se aprecia la escasa presencia humana ya que las formaciones permanecen prácticamente intactas guardando toda su belleza.



Dos horas y media después de haber entrado decidimos darnos la vuelta. Hacía tiempo que la documentación que llevábamos ya no era de gran ayuda y no queríamos poner a prueba nuestra memoria. De vuelta, la cueva todavía nos hizo algún regalo para nuestros ojos.



En poco tiempo recorrimos el camino hacia el exterior, con la clara idea de que algún día debíamos volver y llevándonos un grato sabor de boca.



martes, 8 de diciembre de 2015

Cueva de Fuentemolinos

Participantes: Carlos Heras, Pilar, Gabri y el que escribe, Carlos Aranda


Para rematar el puente de la constitución, no queríamos dejar pasar la oportunidad de visitar la cueva de Fuentemolinos en Puras de Villafranca. Así que de camino a casa, nos desviamos a la altura de Briviescas para admirar sus formaciones. Carlos nos había hablado en varias ocasiones sobre la belleza de esta cueva de conglomerados (una de las más importantes a nivel mundial) y la verdad es que no nos defraudó.

Las visitas a esta cavidad están controladas y son gestionadas por Sergio de la empresa Beloaventura. Me puse en contacto con él unos días antes y nos permitió el acceso ya que ese día coincidía con una visita que tenían ellos programada (desde aquí enviarle a Sergio nuestro agradecimiento por dejarnos visitar esta maravilla).

La cueva consta de dos entradas, una encima de otra, y nosotros accedimos por la de arriba (un pequeño ventanuco que está cerrado con una reja). 


Pasada la estrechez inicial, enseguida puedes erguirte y pasear cómodamente. Fuimos avanzando por un meandro, por el que discurre el arroyo y rápidamente comenzamos a ver bloques enormes suspendidos del techo que desafían la gravedad y que evitábamos pasar justo debajo de ellos. 



Pronto nos encontramos con el grupo turístico que estaba con Sergio y nosotros nos decantamos por subir al tercer nivel, donde las formaciones que nos esperaban no puedo describirlas con palabras y sólo las magníficas fotos que hicieron Pilar y Carlos sirven para hacerse una pequeña idea de lo que guarda la Naturaleza en su interior:









Pasadas unas tres horas salimos de nuevo al exterior y nos acercamos al bar del pueblo a echar un café y comentar todo lo que habíamos visto, antes de regresar de nuevo a casa, llevándonos un buen sabor de boca del puente y la retina llena de imágenes espectaculares que tardaremos mucho tiempo en olvidar.