sábado, 31 de enero de 2015

Sima Benís

Participantes: Carlos Heras, Carlos Aranda y la que escribe, Pilar


Una borrasca de lluvia, viento y nieve cubría casi toda la península durante el fin de semana, pero Murcia siempre se guarda un cachito de sol para lucirlo en estas ocasiones. Aprovechamos que teníamos pendiente la sima Benís, cuya boca ya habíamos ido a buscar cuando hicimos la sima de la Higuera, y pusimos rumbo a Murcia el mismo viernes después de salir del trabajo. La sima Benís o sima del Viento es la más profunda de la región de Murcia, con -320 metros, así que habíamos cargado del coche de cuerda y mosquetones como si no hubiera un mañana, 500 metros de cuerda y más de 90 mosquetones. Nuestra idea era entrar en sima e instalar hasta Sala de la Vena, desinstalar hasta el Kaos y bajar por la parte nueva hasta lo más profundo, y hasta donde dieran nuestras fuerzas. Si era necesario, saldríamos a descansar y seguiríamos el domingo...teníamos todo el fin de semana por delante, y muchas ganas de conocer la sima. 

La noche del viernes dormimos en Archena y el sábado madrugamos para llegar pronto a la sima. Conforme pasábamos Cieza y llegábamos a las montañas la temperatura iba descendiendo y una nube negra nos iba cubriendo hasta que empezó a llover. El coche iba deslizando por los caminos de barro como si fueran de mantequilla, hasta que por fin a duras penas llegamos a la caseta derruida donde se dejan los coches. Y cuál fue nuestra sorpresa que dos coches más estaban aparcados allí con gente en su interior.

Nuestro primer pensamiento fue, mal asunto, seguramente la sima esté ocupada y no podremos entrar, un viaje en balde. Pero, como en muchas ocasiones, las cosas no son como uno piensa y esta vez la vida nos regalaría una agradable sorpresa. Esperamos en el coche, hasta que la lluvia bajó de intensidad y fue en ese momento cuando salimos a hablar con la gente de allí. Se trataban de miembros de Espeleoclub Resaltes, los mismos que estaban explorando la sima y que no les importaba en absoluto que bajáramos con ellos. Además íbamos a tener suerte pues la sima estaba instalada completamente salvo el Gran Pozo. Su idea era bajar a tomar unas muestras de CO2 y temperatura, pues junto con ellos iba Raúl, geólogo del grupo Lapiaz cuyo trabajo allí le sirve para estudiar el comportamiento de los terremotos en la zona. Y luego querían salir desinstalando. Como no queríamos retrasarles, les dijimos que nos ocuparíamos de la desinstalación y les dimos nuestra cuerda de 100 m para que instalaran el Gran Pozo. 

Ellos ya estaban preparados y aprovecharon el parón de lluvia para ir hasta la sima. Nosotros nos cambiamos, preparamos rápidamente dos sacas con mucha agua y comida y fuimos para la boca antes de que la lluvia, que había vuelto a aparecer, nos calara. 


El inicio es una gatera un poco confusa con varios pasos estrechos que conducen a un pozo-gatera vertical con cuerda en fijo en el que podemos destrepar sin necesidad de ponernos los aparatos.

Dentro de la cueva vamos notando el calor, el contraste con la calle es tal que hace que el objetivo de la cámara se empañe continuamente. Seguimos por una galería estrecha hasta el pozo de 6 m. Las paredes ya comienzan a mostrar su característico color blanco que tanto nos llamaba la atención en las fotos que habíamos visto. 

Después del pozo, un pasamanos nos conduce al pozo de 18 m. Las paredes son realmente impresionantes, con formas redondas e irregulares que son todo un espectáculo para nuestras retinas. 


A continuación pasamos por la Galería de la tripa, que no podría tener mejor nombre. Y finalmente una sucesión de 3 pozos de algo más de 30 metros nos sitúan en la Sala del Kaos donde podemos ir hacia el Gran Pozo o hacia la zona nueva que alcanza la cota máxima de profundidad.


Aquí nos juntamos de nuevo con nuestros compañeros del club Resaltes. Para agilizar su salida, decidimos acompañar a Enrique de Resaltes y a Raúl de Lapiaz, que iban a tomar muestras en la zona nueva. Y luego a la vuelta bajaríamos a la Sala de la Vena y subiríamos desinstalando.

Tras unos minutos de descanso y beber algo de agua, continuamos los cinco atravesando el paso entre bloques hacia la zona nueva. 
Con facilidad, gracias a las indicaciones de nuestros amigos, pasamos una primera estrechez descendiente. Es un gustazo ir detrás de dos personas que se conocen con tanta exactitud la sima, pues en cada paso estrecho o complicado te indicaban qué posición debías tomar para hacerlo todo mucho más llevadero. 



Continuamos bajando el pozo de 6 m y poco después el pozo de 20 m, en el cual Raúl nos avisa que miremos hacia arriba cuando hayamos descendido la mitad. 


En ese punto se puede disfrutar de unas bellísimas formaciones que le ofrecen un encanto extraordinario a la sima. La verdad que compartir el camino con un geólogo tan apasionado por su trabajo y que prácticamente revive en directo la formación de la cueva, hace que acabes contagiado de esa misma pasión y disfrutes de la experiencia más intensamente.



Bajando una rampa, llegamos al vivac y descendiendo el siguiente pozo de 10 m, al paso estrecho vertical de “El Resalte”. 


De nuevo, lo pasamos sin problemas y continuamos por el pozo de 30 m que está repleto de unas preciosas formaciones esféricas llamadas las nubes. 




En la base del pozo nos encontramos con dos cuerdas a derecha y a izquierda. Cogemos la cuerda de la izquierda que nos sitúa en la base del pozo de 20 m. 


Nuestros amigos terminaron aquí de tomar sus muestras y retomaron el camino hacia la calle. Nos despedimos, pero sabiendo que nos veríamos en unas horas para devolverles el material desinstalado.


Poco nos quedaba ya para llegar al final de la sima. Dos pozos de 20 m, una serie cuerdas de subida y bajada, un pasamanos y por fin la cota más baja de la sima, -320 m. El calor era bastante sofocante, por ello no tardamos en tomar el camino de vuelta.


Con calma, fuimos subiendo cada uno de los pozos, disfrutando de nuevo de las maravillas blancas de esta sima, y bebiendo cada poco tiempo. El paso del resalte de subida se complicó algo más, pero nada que con paciencia no se pudiera solucionar. 


Tras hacer una parada para comer, llegamos a la sala del Kaos. Aranda decidió no bajar al Gran Pozo hasta las Sala de la Vena, pues el calor estaba haciendo mella en sus fuerzas, así que Carlos y yo bajamos mientras él descansaba. Llegamos al final del pozo en poco tiempo y nos quedamos maravillados por las formaciones de esta Sala. 


Una enorme pared vertical de pequeñas coladas rojizas que acababan cerca del suelo junto a un pequeño lago. 


Al lado del lago, los huesos de un lince ibérico se encuentran rodeados por piedras.


Subimos sin prisa pero sin pausa, yo primero y Carlos desinstalando, y hasta la salida fui relevándole en varias ocasiones. Una vez fuera, notamos la diferencia de temperatura brutal, así que corrimos a los coches para cambiarnos lo antes posible. 


Habían pasado 12 horas desde que habíamos entrado, eran las 10 de la noche, y como no era excesivamente tarde aprovechamos para llevar las cuerdas a Enrique. 

Hacia muchísimo tiempo que no conocíamos a gente tan acogedora y hospitalaria como Enrique, Ana y Raúl. Les llevamos las cuerdas a casa e insistieron en que pasáramos allí la noche, regalándonos una velada increíble. Mil gracias por vuestra amabilidad y por vuestra ayuda, convirtiendo una sima tan exigente como la Benís en un auténtico paraíso.


domingo, 4 de enero de 2015

Cueva del Lobo

Participantes: Carlos Heras, Carlos Aranda, Javi y la que escribe, Pilar 


Domingo y final de vacaciones de Navidad, tocaba volver a casa, pero como siempre, teníamos que aprovechar al máximo nuestra estancia en Cantabria realizando una de esas actividades que deberían ser obligatorias y que facilitan mucho las visitas posteriores. En esta ocasión, la actividad no era buscar la boca de una cueva como suele ser habitual, sino entrar a reconocer la Cueva del Lobo para ver el estado de las cuerdas del pasamanos del Meandro Negro, ya que teníamos intención de realizar la Travesía de Torca Fría - Cueva el Lobo en cuanto la nieve no fuera un obstáculo para acceder a la boca de Torca Fría.

Dejamos el coche en un ensanchamiento del arcén de la carretera. Enfrente del mismo surge una pista que nos lleva hacia la boca. La niebla está muy baja así que encontrarla iba a ser una lotería. Además, todo un manto de hojas cubría el bosque, a cada paso se nos hundían los pies y de vez en cuando un resbalón nos mandaba un par de metros hacia abajo (si no más). 


En ocasiones, buscar la boca de la cueva es más peligroso que hacer espeleo. Pero por fin dimos con la cueva, así que no tardamos en equiparnos y entrar topografía en mano. 


El camino hasta el Meandro Negro es bastante cómodo, atravesamos la Galería del Flysch,


la Sala de la Cabra (que impresiona mucho más verla desde arriba cuando vienes desde Valturón), una serie de galerías meandriformes y finalmente, el Meandro Negro y la Sala del Carbón. Aquí nos dimos la vuelta tras comprobar que las cuerdas estaban en buen estado. Picoteamos un poco (pero no mucho que el frío en esta cueva te deja helado en las paradas) y pusimos rumbo al exterior.


Fin de semana completito y vuelta a Madrid con muchos planes en la cabeza y todavía con muchas ganas de espeleo, cuanto vicio!! :D



sábado, 3 de enero de 2015

Travesía Narizón - Torca Palomas

PARTICIPANTES: Carlos Heras, Pilar, Javi y el que escribe, Carlos Aranda


El día 2 de Enero subí a Ramales para reunirme con mis compañeros que habían estado esa tarde realizando una incursión en la cueva de Rescaño. La idea era hacer el sábado la travesía de Narizón - Torca palomas, en la cual Carlos y yo ya habíamos estado unos años atrás.
El sábado nos dirigimos a Sámano (Castro-Urdiales) donde dejamos los coches al final del polígono Vallegón. Desde aquí es difícil de localizar la piedra característica que da nombre al Narizón, pero si andamos unos metros por la pista que nos sale por la derecha y mirando a la mitad de la montaña, pronto veremos su perfil inconfundible. La boca de Torca Palomas la encontraremos a unos 100 metros a izquierda y a unos 10 metros por encima de la pista. Debido a un problema logístico, Carlos tuvo que volver a Ramales. Mientras aprovechamos para instalar la salida con una cuerda de 35 que se nos quedó un poco justa. Ya con Carlos de vuelta y todo preparado, en 15 minutos estábamos entrando por Narizón. 


Al poco de entrar nos encontramos el pozo de 10 m que nos lleva a la sala de los Arañazos. 


Después de un pasamanos llegamos a una zona un poco laberíntica en la que en la última visita dimos bastantes vueltas para encontrar el paso. 


Esta vez el paso estaba marcado con catadióptricos y, con la enorme memoria de Carlos, dimos con él enseguida desembocando en la galería de la Esperanza. 


A través de un laminador, llegamos al pozo de la Esperanza. Descendemos éste hasta una repisa que hay en la mitad y avanzamos hacia la izquierda improvisando un pequeño pasamanos desmontable hasta que recuperamos la cuerda. Bajamos el tramo que nos queda desde la repisa y aterrizamos en la galería del Cementerio macarrónico. Aquí continúa una vieja conocida de la vez anterior (la tienda de campaña instalada como vivac a la que alguien ha bautizado como el “night club”). 


Desde aquí, aunque la topo nos indica que la salida se encuentra en sentido contrario, nos desviamos para visitar la Joyería (que la vez anterior no vimos). 


Pese a que hay que arrastrarse un poco para llegar, la belleza de las formaciones y las increíbles excéntricas merecen de sobra este sobreesfuerzo. 






Nos quedamos un rato en esta zona, embobados ,mientras Pilar se rompía la cabeza buscando apoyos para hacer fotos. 


Finalmente regresamos al Cementerio macarrónico para continuar la travesía. 


Lo siguiente que nos encontramos es el paso del “Macho Cabrío” que yo recordaba más estrecho, pero que ahora pasamos sin problema (¿se habrá ensanchado por el paso de la gente o seré yo que he adelgazado? estoy seguro de que se trata de lo primero :(). 
Pasado este punto llegamos al pozo de unión con Torca Palomas que nos lleva a una galería con una gatera bien llamada “el Oso Sudoroso”, la cual pasamos sin grandes complicaciones.


A continuación topamos con una amplia galería por donde discurre el río y en la que se avanza rápidamente hasta llegar a la rampa de salida. Sobre nuestras cabezas la luz del sol pasa a través de los tres ojos que conforman la boca de Torca Palomas. 


Solo nos queda subir con mucho cuidado, apoyando bien los pies, pues la instalación tienes unos roces bastantes fuertes en el primer fraccionamiento. 
Una vez fuera, bajamos a los coches y nos cambiamos comentando el juego que da esta pequeña travesía, con sus estrecheces, zonas laberínticas y la gran belleza de sus formaciones y a la que sin duda regresaremos para visitar de nuevo.

viernes, 2 de enero de 2015

Mina Seldehaya - Cueva Rescaño

Participantes: Javi, Carlos y la que escribe, Pilar

¡FELIZ AÑO 2015!

Primer fin de semana del cuarto año como club de La Grieta y ya queríamos inaugurar la temporada de espeleo. Para ello, elegimos una actividad tranquila pues casi estábamos todavía habiendo la digestión de los turrones. Así que pusimos rumbo a Cantabria hacia la Mina de Seldehaya para adentrarnos en el sistema Rescaño hasta donde nuestras fuerzas y tiempo nos dejaran.
Llegamos a la mina, y nos equipamos únicamente con el mono de espeleo pues no es necesario el equipo vertical. 


Una verja cierra la entrada, pero con la puerta abierta. Entramos en su interior y comenzamos a recorrer la red de galerías en busca de la zona donde se une con el sistema. 


Los pasillos de la mina aún conservan los raíles de los vagones y los cambios de vía. 


Por fin, tras una par de pérdidas, conectamos con la cueva. Una escalera de hierro desciende un pequeño pozo hacia un piso inferior donde comienza a aparecer el río. 


Las aguas del río están muy turbias, pues los residuos sólidos del alcantarillado de Cobijón son depositados en el lecho del río. Es fácil encontrarse botes de plástico y latas, e incluso las paredes y las formaciones tienen sedimentos de impurezas lo cual las vuelve oscuras.



Continuamos siguiendo el río, pasando unos enormes gours...



...y llegando al gran Cañón, donde es necesario ponernos el neopreno para poder continuar. El gran cañón recuerda en parte a las galerías de la Buena-Bortal, galerías anchas con formaciones rocosas picudas a ambos lados. 


El avance por el río es lento, pues al no ver el fondo, hay que llevar cuidado de no meter el pie entre dos lajas. 


Poco a poco llegamos hasta el aporte dos y girando a la izquierda llegamos hasta la sala Irala. Desde aquí decidimos darnos la vuelta, pues no encontramos continuación hacia la Gran Sala y no queríamos hacer esperar a nuestro amigo Aranda que nos esperaba en Ramales para continuar haciendo cuevas el fin de semana.

Un sistema poco conocido pero muy bonito aunque podía serlo mucho más si no fuera por los desperdicios vertidos por los pueblos de alrededor. Es una pena ver como el ser humano es capaz de acabar con tanta belleza de manera inconsciente.