lunes, 30 de marzo de 2015

Torca de los Tornillos

Participantes: Carlos Heras, Pilar Carrasco, Javi Rubio, Gabri y Aranda


El sábado 28 llegamos a Cantabria Carlos, Pilar y yo y decidimos emplear la tarde en buscar la boca de la Torca de los Tornillos. Para ello nos dirigimos a la zona de Rasines, con el gps en mano y habiendo leído la descripción del libro del Karst de Rasines. 
En un principio la tarea sería sencilla pero al final se complicó un poco porque las coordenadas gps de la boca tenían bastante error y tuvimos que volver al coche a releer el libro y allí recurrir a un paisano de la zona que nos explicó a su manera como llegar a la Torca. Después de destrozarnos las piernas con los espinos, por fin localizamos la espectacular entrada, con su “regato” colándose al interior. Una vez allí vimos que se encuentra casi enfrente y unos trescientos metros a la derecha de la Torca del Canal en la ladera opuesta.


El lunes, con la incorporación de Gabri y Javi, volvimos con los equipos puestos para ver lo que nos encontrábamos, dado que es una cavidad no muy visitada. Un árbol cercano nos sirvió como reaseguro y como cabecera el magnífico tronco que se resiste a colarse por el agujero de la torca.


Comenzó bajando Carlos, evitando que le mojase la cascada. Unos metros más abajo tuvo que burilar un par de tacos, para evitar que la instalación rozase en la pared. 


Desde ese fraccionamiento hasta el suelo ya es imposible no calarse hasta los huesos y más teniendo en cuenta que el caudal era considerable debido a las lluvias de los últimos días. Uno tras otro fuimos descendiendo y aguantando estoicamente la ducha de agua fría que nos caía encima…pensando que la subida no sería tan rápida :(.


Una vez abajo, comenzamos a recorrer las galerías de forma arbitraria, pues no teníamos demasiada información sobre la descripción de la cavidad. 


Después de un par de horas trepando y destrepando en busca de los famosos “pendants”, dimos con ellos. 



Una vez cumplido el objetivo, decidimos regresar a la cascada pues al día siguiente queríamos atacar Jornos II y teníamos que estar descansados, aparte de tener tiempo para que se secasen los monos exteriores. 



La subida fue graciosa para todos, menos para el que le tocaba mojarse en cada momento, y es que por mucho que intentases correr, al final el agua te atrapaba y te enfriaba las ideas. Solo Gabri, en un acto de valentía y dado que estaba ya empapado, se recreó un rato más jugando con la fuerza de la cascada y regalándonos unas poses cual si de un modelo de trajes de baño se tratara :). 


Desmontamos rápidamente y regresamos a Ramales, con la idea de repetir en breve y con más tiempo para descubrir qué más secretos nos esconde aún esta cavidad.